La cejuela, o silleta superior, es una pieza pequeña pero fundamental en la construcción de la guitarra flamenca. En nuestro taller, aprendimos que, aunque su tamaño sea modesto, su función es esencial para el equilibrio acústico, la comodidad del guitarrista y la calidad tonal del instrumento. Cuando hablamos de la cejuela, hablamos del primer contacto físico que las cuerdas tienen antes de recorrer el diapasón, y por ello, representa el inicio del sonido, la primera frontera en la que la energía de la cuerda se imprime en la madera.
Funciones principales de la cejuela
La cejuela cumple varias funciones interrelacionadas. Primero, sostiene las cuerdas en la altura correcta sobre el diapasón, determinando la acción inicial al tocar. Si la cejuela es demasiado alta, el instrumento será difícil de tocar, especialmente para las técnicas rápidas y ágiles del flamenco. Si es demasiado baja, puede generar trasteos y pérdida de claridad.
Además, la cejuela marca el punto de clavado de la longitud vibrante de las cuerdas; es decir, delimita la longitud verdadera de la cuerda que participa en la resonancia. Este punto es determinante para la afinación y la precisión tonal del instrumento. Por eso, su colocación y ajuste no se hacen al azar, sino con precisión y experiencia.
La elección del material
En nuestro taller, la cejuela tradicionalmente se fabrica en hueso natural. El hueso es un material preferido por su dureza, resistencia al desgaste y capacidad para transmitir con fidelidad las vibraciones.
Un material blando o poco denso influye negativamente en el ataque y puede amortiguar el sonido, mientras que un hueso bien trabajado aporta brillo, claridad y sostenido. Por eso dedicamos tiempo a seleccionar las piezas de hueso y prepararlas cuidadosamente para que estén libres de imperfecciones y con las dimensiones exactas para cada guitarra.
Medidas y ajuste de la cejuela
La cejuela debe ser trabajada con precisión milimétrica. Habitualmente, tiene un grosor entre 3 y 4 milímetros, aunque esto varía según el diseño concreto de la guitarra. Su altura y ancho dependen de la distancia entre las clavijas y del ángulo que forman las cuerdas hacia el mástil.
Al tallar las ranuras donde descansan las cuerdas, debemos graduar la profundidad para que cada cuerda quede bien asentada pero sin quedar apretada. Es un balance delicado: una ranura demasiado profunda puede raspar la cuerda o dificultar la afinación al aumentar la fricción; una demasiado superficial puede hacer que la cuerda rebote o se salga.
La separación entre cuerdas debe ser también uniforme para facilitar la comodidad en el toque y la ejecución de técnicas propias del flamenco como picados y rasgueados.
Relación con la acción y el tacto flamenco
En la guitarra flamenca, la acción baja que buscamos comienza en parte por el ajuste de la cejuela. Al colocarla a la altura adecuada, garantizamos que las cuerdas estén suficientemente cerca del diapasón para permitir un toque rápido y limpio, evitando la fatiga de la mano y la imprecisión en la ejecución.
Además, la cejuela es responsable de evitar zumbidos y ruidos no deseados que pueden aparecer si las cuerdas se rozan contra los trastes o si hay alguna irregularidad en la ranura. Por eso, su acabado debe ser suave y pulido, sin ningún aspereza.
La cejuela y la entonación
Aunque la cejuela no se mueve una vez colocada, su posición longitudinal sobre la madera de la pala influye en la longitud total vibrante de las cuerdas. Un pequeño desplazamiento puede desajustar la entonación, haciendo que la guitarra suene desafinada en algunos trastes.
Por eso, acostumbramos a ubicarla con referencia exacta a las medidas del diapasón y la cejuela posterior (silleta del puente) para que haya una correcta compensación.
La calidad del trabajo en esta pequeña pieza garantiza que el instrumento mantenga afinación estable y una sonoridad clara y definida en todos los registros.
Durabilidad y mantenimiento
La cejuela está sometida a mucha tensión y desgaste, por lo que es necesario un mantenimiento adecuado. En algunas guitarras con mucho uso, puede requerir un ajuste o incluso un reemplazo tras muchos años para mantener la calidad del sonido y la comodidad.
En nuestro taller recomendamos revisar la cejuela periódicamente para detectar grietas o desgaste, y actuar a tiempo para evitar daños mayores en el mástil.
Conclusión
Para nosotros, la cejuela es un pequeño pero poderoso eslabón en la cadena sonora de la guitarra flamenca. Su labor va mucho más allá de ser un simple soporte; es la primera frontera donde la energía del músico se convierte en sonido.
Desde la selección cuidadosa del material, pasando por el tallado preciso y el ajuste perfecto, hasta su mantenimiento, cada paso es una obra artesanal que requiere experiencia y sensibilidad.
Si queremos que la guitarra flamenca responda con rapidez, claridad y comodidad para el guitarrista, debemos prestar especial atención a esta pieza que, aunque pequeña, tiene un impacto enorme en la personalidad y la vida útil del instrumento.
Parte esencial de nuestra tradición y oficio, la cejuela sigue siendo en nuestro taller una fuente de aprendizaje constante y respeto profundo por la música que ayuda a crear.